Generalmente hablando, las víctimas presentan cuadros clínicos diversos porque el abuso sexual es un suceso traumático, no un diagnóstico clínico (Maniglio, 2009), hecho que tiene que ser correctamente evaluado para establecer un plan de intervención adecuado a las necesidades de cada una de las víctimas (tanto hombres como mujeres). Es posible que dentro de esta problemática se desarrolle un trastorno de estrés postraumático, pero no siempre es así y no tiene por qué ser así.

Es importante recalcar en estos casos que la confidencialidad es la premisa de cualquier profesional de la salud, y que en Psique Positiva siempre nos basaremos en la profesionalidad, la ética y el respeto por cada una de las personas que decidan, después de mucho esfuerzo, solicitar ayuda psicológica.

De nuevo, la atención para víctimas de violencia de género no puede ser abordada desde cualquier enfoque terapéutico, sino que los y las profesionales deben conocer diferentes aspectos característicos de las relaciones desigualitarias hacia la mujer, su evolución y los diferentes patrones comportamentales que pueden darse en este tipo de víctimas.

Cuando una persona se encuentra en una relación desigualitaria, es posible que no sepa calificar si es una relación de violencia, pero sí existe un indicador claro: el malestar emocional.

Quizás no estás preparada para afirmar que tu relación pueda denominarse de maltrato, pero desde Psique Positiva podemos ayudarte a evaluar qué tipo de relación estás viviendo, y ayudarte a salir de ella, si es lo que quieres.

En muchas ocasiones se confunde haber vivido una situación que a priori puede resultar o tratarse como traumática con estar sufriendo un trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Un TEPT es un diagnóstico serio que requiere un riguroso conocimiento y una exhaustiva evaluación, y no todas las situaciones impactantes que nos ocurren en la vida pueden provocar que vivamos un TEPT.

Algunas de las situaciones que pueden derivar en el desarrollo de un TEPT pueden ser: haber sufrido un atraco, un ataque violento (como una pelea), haber vivido algún tipo de emergencia como un accidente de tráfico o una catástrofe natural, un abuso o agresión sexual, o haber vivido alguna situación en la que has sentido que tu vida estaba en peligro (como ser víctima de una relación de violencia de género).

Como siempre, el indicador para pedir ayuda será sentir un malestar emocional intenso, que no consigues que se vaya con el tiempo.